Todos los personajes de tu novela tienen que tener, al menos, un objetivo primario. Si recuerdas el megapost donde repasábamos la guía básica para para construir los personajes de tu novela, decíamos que el verdadero meollo de la creación de personajes estaba en definir su meta, su motivación y su conflicto. Sin embargo, si vamos un paso más allá, para lograr una historia poderosa, debemos distinguir entre lo que un personaje desea y lo que un personaje necesita.
Deseos y necesidades no son lo mismo
Para que tus personajes no parezcan meras marionetas vapuleadas por la trama, decíamos que necesitan tener un objetivo claro desde el principio, una meta que les impulse a actuar para llegar a ella. Es decir, su deseo primario nos proporciona algo concreto, una motivación lo suficientemente importante para el personaje. Para identificar ese objetivo, teníamos que preguntarnos: ¿qué quiere este personaje?
Tener claro el deseo del personaje evita su pasividad y nos permite hacer avanzar la trama en una dirección.
Sin embargo, para que tu personaje sea redondo, necesita también una necesidad.
Digamos que los personajes de la novela son seres incompletos, anhelantes, que tienen una especie de «vacío» que satisfacer. El deseo primario es aquello que ellos creen que necesitan para llenar «eso que les falta». Lo que ellos creen que es la solución a sus problemas, lo que les hará felices por fin. En cambio, la necesidad del personaje es aquello que realmente necesita, aunque no sea consciente de ello. Aquello que, al conseguirlo, puede realmente operar una transformación profunda en su persona. Para identificar esta necesidad, tenemos que preguntarnos: ¿qué necesita este personaje, en realidad?
Alcanzar y satisfacer esa necesidad supone todo un camino de aprendizaje para tu personaje: darse cuenta de aquello que verdaderamente necesitan (que normalmente no tiene nada que ver con lo que deseaban al principio) es lo que les permite su transformación final.
Si el deseo del personaje estaba unido a la acción, la necesidad del personaje se asocia con el cambio.
Además, la necesidad del personaje está relacionada con el tema de tu novela.
Por ejemplo, pongamos que la protagonista de tu historia desea descubrir al asesino de su hija. Encontrar a los responsables es su objetivo principal, aquello que la impulsa a actuar, a investigar el crimen. Pero ¿qué es lo que tu personaje de verdad necesita al final? Según lo que respondamos a esta pregunta, tendremos novelas muy diferentes. ¿Venganza? ¿Justicia? ¿Perdón? ¿Superar la pérdida? Sea lo que sea que determines que necesita tu personaje, será lo que verdaderamente dé sentido a su historia.
Los defectos, los miedos y la creencia errónea del personaje
Para construir la necesidad de tu personaje, y conseguir que «aprenda la lección» que necesita para convertirse en la persona que quiere ser, debe partir de una creencia errónea sobre sí mismo, sobre lo que quiere o sobre el mundo que le rodea. Para darse cuenta de la verdad al final de su viaje, primero tiene que estar equivocado.
Además, al igual que tu héroe se enfrenta a diversos obstáculos externos para lograr su deseo, también deberá superar obstáculos internos para lograr darse cuenta de su necesidad. Es lo que conocemos como el conflicto interno del personaje.
Los obstáculos para el conflicto interno normalmente parten de esa creencia o visión del mundo equivocada del personaje, y que está reforzada por sus miedos, su ignorancia, vulnerabilidad o sus defectos más arraigados. Estos son los elementos contra los que deberá luchar a lo largo de su camino. Es decir, en su viaje interior hacia el descubrimiento de su necesidad, el personaje tendrá que enfrentarse básicamente a sí mismo para completar su transformación.

Utilizar las necesidades para la construcción del arco de personaje
Una de las cosas más importantes que nos permite el tener clara esta distinción entre los deseos y las necesidades de un personaje es la construcción de un arco dramático efectivo.
Mientras que el deseo consciente del personaje impulsa la trama y la acción exterior, la necesidad oculta es lo que nos debe guiar en su recorrido interior. Al final, el personaje no suele obtener lo que desea, sino lo que verdaderamente necesita.
El arco dramático es, en esencia, la transformación interna del personaje a lo largo de la novela. Si quieres construir personajes redondos debes tener en cuenta que, al final del tercer acto, tu personaje debe ser una persona distinta a la que el lector conoció en el primer acto. Es decir, tiene que evolucionar de acuerdo a su necesidad interior.
Lo que más nos puede ayudar a la hora de lanzarnos a escribir es conocer el arco de nuestro protagonista: si sabemos cuál es su punto de partida y hacia dónde queremos llevarle al final, es mucho más fácil esquivar gran parte del bloqueo del escritor. La transformación que queremos que sufra nuestro personaje actúa como el núcleo alrededor del cual podemos tejer la historia.
Además, la evolución del protagonista nos permite expresar el tema de nuestra novela, a través de su viaje interior. El tema, como te explicaba aquí, es la idea central que domina toda la novela. Funciona como una especie de moraleja que los lectores podemos extraer al final de la historia. Así, para completar su arco dramático, el personaje debe aprender algún tipo de lección, relacionada con el tema. Esta lección, casi siempre de tipo universal, es lo que conectará a tu héroe con el lector.

¿Es imprescindible que todos los personajes presenten esta transformación?
Hay muchos ejemplos en la literatura y en el cine de personajes que no presentan ningún tipo de necesidad interna ni evolución. Es sobre todo habitual en determinados géneros, como el de acción. Este tipo de héroes planos funcionan sobre todo en tramas que se sostienen sobre la acción externa, donde el conflicto externo es lo verdaderamente relevante de la historia.
Es el caso, por ejemplo, de la mayoría de héroes clásicos o de cuentos tradicionales, cuya función es estar al servicio de la historia. También presentan a veces arcos planos los personajes que sirven para representar en sí mismos la verdad que se quiere poner de manifiesto, sobre todo en historias centradas en conflictos extrapersonales (lo que llamábamos conflictos «persona contra ambiente»).
Sin embargo, lo deseable, es que tu protagonista sí sufra algún grado de transformación interior, sea cual sea el género de tu novela. ¿La razón? Fortalecer el vínculo emocional del lector con tu personaje y satisfacer sus expectativas. Aunque no seamos consciente de ello, nos hemos acostumbrado tanto a que los personajes evolucionen que, de no encontrarlo, es fácil sentir que «algo falla» en ese relato.
Si quieres saber más sobre la creación de personajes, te recomiendo la lectura de: Creación de personajes: cómo construir personajes para tu novela