El conflicto en la novela

Hace poco hablábamos de la importancia de las metas, las motivaciones y los conflictos a la hora de crear personajes creíbles para tu historia y configurar una trama que satisfaga las expectativas del lector.

El conflicto es un elemento esencial para que la trama se sostenga, pero en el caso de la novela comercial es todavía más importante: la creación del conflicto es una de las estrategias principales para enganchar al lector hasta el final.

¿Qué es el conflicto narrativo?

Para entender bien el conflicto dentro de la trama de la novela primero debemos definir al personaje y tener bien identificados sus deseos y motivaciones. Entonces el conflicto será lo que se oponga a ellos

Recordemos que, para que la historia de tu protagonista tenga sentido, este deberá tener una meta que alcanzar. Un objetivo que desea con todas sus fuerzas.  Piensa que, si el personaje principal carece de ese objetivo, entonces ¿qué sentido tiene la historia que pretender contar? Acabarías teniendo una novela sin rumbo donde los personajes actúan como marionetas de una trama deslavazada y a pocos lectores interesados en leerla.

Del mismo modo, tu protagonista debe tener una motivación que le impulse sin descanso a lograr ese objetivo. Si el objetivo del personaje es lo que marca la dirección de la trama, las motivaciones son el motor que la impulsa hacia delante.

Una vez bien definidos el objetivo y la motivación principal del protagonista, es fácil entender el conflicto como aquello que se interpone entre el objetivo del protagonista y su consecución. El conflicto es la tensión que se produce cuando el personaje debe enfrentar un obstáculo o impedimento para lograr su meta.

En realidad, el conflicto, va más allá: es el verdadero meollo de la novela de ficción, lo que pone en relación la trama, los personajes y el escenario.

Veamos el ejemplo de La Odisea. El objetivo de Ulises (Odiseo) es regresar a casa, a Ítaca. Es un objetivo muy claro que guía toda su aventura y cuya motivación (el regreso al hogar) podemos entender todos de forma universal. Además, en su caso, se añade a su motivación el que su hijo y su esposa Penélope no lo están pasando nada bien en su ausencia, y el trono de Ítaca peligra bajo la amenaza de los pretendientes. 

obstaculos conflicto

Si Ulises volviera a casa en el primer capítulo, sin apenas sufrir contratiempos, no tendríamos La Odisea (quizá sería otro tipo de libro, pero muy distinto). Son precisamente toda la serie de obstáculos a los que Ulises debe hacer frente en su viaje de regreso los que van construyendo la trama

En una buena historia nada avanza si no es a través de conflictos. El conflicto es lo que obliga a actuar a los personajes, a tomar decisiones que de otra forma nunca tomarían.

Tipos y formas de conflicto en la trama

Hay muchas maneras y muchos autores que han tratado de establecer categorías para el conflicto. Una de las más conocidas, sobre todo entre los guionistas, es la de Robert McKee y sus tres niveles de conflicto:

conflicto McKee
Fuente: Robert McKee, El Guion

Para simplificarlo, nosotros aquí vamos a distinguir tres tipos de conflicto o niveles de antagonismo:

persona contra persona: conflictos personales

persona contra ambiente: conflictos extra personales o externos

persona contra sí misma: conflictos internos

CONFLICTOS PERSONALES

Los conflictos persona contra persona son aquellos que surgen en el ámbito de las relaciones personales, cuando los intereses de cada personaje chocan entre sí. Piensa que cada personaje de tu novela tiene sus propios deseos y motivaciones (explícitos e implícitos) y que suelen entrar en conflicto unos con otros. Este choque de intereses les pondrá en situaciones extremas y les empujará a tomar decisiones drásticas cuyo resultado hace que la trama derive hacia un final concreto. Esta forma de conflicto es la que solemos encontrar en, por ejemplo, la novela romántica, en dramas familiares o en thrillers políticos, donde las fuerzas antagonistas que se oponen a la consecución de los objetivos del protagonista provienen de los intereses de otros personajes.

CONFLICTOS EXTRAPERSONALES O EXTERNOS

Son los conflictos que se producen del enfrentamiento del personaje contra su ambiente. Este tipo de conflicto proviene de fuerzas antagonistas consideradas externas, tales como instituciones, organizaciones, el entorno social o natural, o figuras que representan poderes externos al personaje. Esta forma de conflicto la solemos ver con frecuencia, sobre todo en la narrativa del XIX (el conflicto entre Javert y Valjean), en las películas de catástrofes (el personaje frente a meteoritos a punto de impactar en la Tierra, pandemias, cambios climáticos…) y en la novela de aventuras (naufragios, guerras…) o de ciencia ficción (invasiones alienígenas, plagas de zombis, villanos megapoderosos son superpoderes…).

CONFLICTOS INTERNOS

A veces somos nuestro peor enemigo. Es lo que sucede en el conflicto interno, donde la fuerza antagonista proviene del mismo personaje. Nuestro conflicto interno habitualmente nace de nuestros principales defectos (el orgullo, la cobardía, la vanidad…), de nuestros miedos más profundos o de una visión distorsionada de la realidad. 

En la novela moderna, el conflicto interno suele ser el predominante, porque es con el que realmente el lector se puede identificar. Como los personajes de ficción, todos nosotros también tenemos miedos, falsas creencias y defectos que nos impiden alcanzar nuestros deseos, y que desearíamos superar. Si te fijas, en la mayoría de novelas actuales, en casi todos los géneros, siempre nos encontramos un conflicto de tipo interno. Esto es por la importancia que en la narrativa actual tiene el arco dramático del personaje y la influencia que el conflicto interno tiene sobre ese arco.

conflicto narrativo

Conflicto externo y conflicto interno en la narración

Aunque hemos visto diferentes tipos de conflicto, en la práctica más básica lo esencial es distiguir entre dos niveles de conflicto. Una de las distinciones más aceptadas entre los escritores, guionistas y editores es la que divide el conflicto en dos dimensiones: el conflicto externo y el conflicto interno

El primero es aquel que se origina por una fuerza u obstáculo exterior. Este nivel de conflicto es el que se identifica más fácilmente en la trama, porque habitualmente son situaciones y personajes que someten al protagonista a una gran tensión y le obligan a tomar decisiones para solucionarlo. Por ejemplo, un conflicto externo sería que tu mujer aparezca asesinada y todas las pistas te apunten a ti como culpable, o que el nombre de tu hermana pequeña salga en la rifa para participar en unos macabros juegos en los que solo una persona puede salir con vida. 

El conflicto externo se interpone entre el objetivo externo de tu personaje y él. Constituye uno de los principales entretenimientos para el lector actual y una de las formas más básicas de impulsar la trama hacia delante. Un despido, un asesinato sin resolver, una competición, una lucha, una catástrofe, un villano o rival… Fíjate que el poder y el deber son dos motivos que habitualmente entran en juego en los conflictos externos. También la supervivencia.

El conflicto interno, como veíamos en el apartado anterior, es el que tiene lugar dentro del mismo personaje, habitualmente en lucha contra sus deseos, miedos o creencias profundas. El conflicto interno es la fuerza principal que moldea la transformación del personaje. Las emociones, los sentimientos, las sensaciones, las limitaciones del cuerpo… son elementos que entran habitualmente en este juego de los conflictos internos del personaje. Si decíamos que el conflicto externo era una fuente de entretenimiento para el lector, el conflicto interno es lo que conecta directamente con su corazón. Es la lucha interna del protagonista la que tiene capacidad de encender la empatía del lector y lograr la identificación con la historia que está viviendo el personaje.

En realidad, conflicto externo e interno, funcionan (o deberían funcionar) como dos expresiones de un mismo conflicto; dos caras de una misma moneda. Del mismo modo que el objetivo externo (consciente) e interno (inconsciente) de un personaje se acaban encontrando o fundiendo en un punto de la novela (normalmente al final), el conflicto externo e interno se conectan a lo largo de la novela, creando así la profundidad del personaje y la complejidad de la trama.

Por ejemplo, el personaje de Raskólnikov mantiene un conflicto externo constante con las autoridades (acuciado por el juez Porfirii Petrovich para lograr que confiese) a la vez que se va desarrollando su conflicto interno (un cambio ideológico impulsado sobre todo por el arrepentimiento y la culpa) que finalmente le llevará a entregarse por el crimen de la usurera y a aceptar su condena.

Asegúrate de conectar los dos niveles de, al menos, los conflictos principales de tu novela y darles una resolución final adecuada.

El riesgo y la escalada del conflicto narrativo

Si el protagonista fracasa y su vida vuelve a la normalidad, entonces no merece la pena contar esa historia.

Robert McKee

El conflicto debe poner a prueba a los personajes, tanto a sus capacidades externas como a sus convicciones internas, como hemos visto. El conflicto es lo que mantiene la tensión dramática, y para que sea efectivo hay dos reglas básicas del conflicto:

  1. Debe suponer un riesgo real e irreversible para el protagonista
  2. Debe ir aumentando progresivamente

Lo primero: el conflicto principal o conflictos principales deberían de ser lo suficientemente importantes para implicar al personaje. ¿Qué significa «suficientemente importantes»? Pues que la vida del personaje, si falla en ese conflicto, no puede volver a ser igual que antes. 

Cuando el personaje persigue en la novela su meta, cada vez que aparece un conflicto es como si un abismo se abriese ante él, y se ve obligado a jugársela (teniendo claro que en cualquier momento puede caer en el abismo) para poder seguir avanzando hacia su objetivo. 

Los conflictos siempre suponen un riesgo: en una situación peligrosa siempre tenemos algo que perder, y solo estamos dispuestos a arriesgarnos si lo que pretendemos conseguir merece realmente la pena. Cada vez que tu personaje se enfrenta a una fuerza antagonista debes pensar: ¿qué es lo que está en juego? ¿Qué pasará si esta batalla la gana la fuerza antagonista? El riesgo es lo que crea preocupación por el personaje y eso es lo que mantiene en vilo al lector. 

Si recuerdas, cuando hablábamos sobre la estructura de la trama, detectábamos claramente, en la mayoría de fórmulas narrativas, unos puntos de no retorno en la historia: aquellos momentos en los que el protagonista tomaba una decisión que suponía un cambio de rumbo y la imposibilidad de volver al status quo anterior. En realidad, cualquier conflicto que se presente en la trama debería suponer algo parecido: un cambio irreversible en el camino del personaje.

conflicto en la narracion

La segunda regla del conflicto supone las complicaciones progresivas del conflicto a lo largo de la trama. La mayoría de autores, para lograr cierta armonía en la composición narrativa, apuestan por ir poco a poco introduciendo obstáculos cada vez mayores hasta alcanzar el clímax. Como ves, esta regla tiene mucho que ver con el ritmo narrativo. Además, tiene que ver con las expectativas del lector: el lector, cual yonqui del drama, necesita dosis cada vez mayores de obstáculos, riesgos y sufrimiento.

Recuerda que el conflicto es lo que hace crecer a tus personajes, la forma en la que el héroe se gana su status. Si los conflictos no están a la altura, ni suponen un reto constante, no hay forma de que tu protagonista se merezca el reconocimiento del lector.

¿Cómo debe ser el conflicto principal de una novela?

En resumen, y a modo de chuleta rápida, podemos decir que el conflicto de una novela debería ser:

  • Claro y fácil de entender
  • Creíble
  • Potente; o lo suficientemente grande para importar al personaje (y al lector)
  • Progresivo en intensidad
  • Expresado en dos dimensiones: externa e interna
  • Interesante para los lectores

Cómo crear el conflicto para mi novela

Mi consejo principal como lectora: haz que me importe.

Si al lector no le importa lo que le suceda a tu personaje es probable que no llegue hasta el final de tu novela. ¿Cómo puedo hacer para que el lector se interese por el conflicto de mi personaje? Haciendo que a tu personaje realmente le importe. El lector se identifica con tu protagonista. Es tu personaje quien puede transmitir al lector la importancia del conflicto.

Cuanto más grande sea el deseo de tu personaje por alcanzar su meta, mayor sea su motivación por conseguirlo y mayor riesgo implique su búsqueda, más interesado estará el lector en saber si finalmente lo conseguirá o no.

Así pues, lo primero que tenemos que hacer es crear un objetivo para tu protagonista, lo suficientemente poderoso como para que le importe y esté dispuesto a arriesgarse. Una vez definida la necesidad del personaje, debemos crear obstáculos a la altura que le impidan satisfacerla. Recuerda que el objetivo tiene que ser vital (al menos para el personaje), para que la imposibilidad de conseguirlo afecte realmente al protagonista (y al lector).

¿Solo puede hacer un conflicto? No: las novelas suelen presentar multitud de conflictos secundarios que enriquecen la trama o exploran otros aspectos del conflicto principal. 

Sí es recomendable que haya un conflicto principal, bien definido, que guíe al protagonista a lo largo de toda la novela. Como decíamos, lo ideal es que al menos se expresen dos dimensiones del conflicto principal en, al menos, dos niveles: el externo (a modo de enfrentamientos con personajes y situaciones) y el interno (en lucha interna consigo mismo). 

A este conflicto principal se le pueden ir sumando los otros subconflictos, pero el principal debe permanecer desde el principio hasta el final, donde debe resolverse de una forma positiva o negativa para el protagonista (aunque a los lectores les gusta que sea positiva).

Formas de introducir (o mejorar) el conflicto en la trama

Aquí te dejo algunas ideas para construir el conflicto de tu novela:

– Crea un antagonista (villano o rival) a la altura de tu protagonista (o incluso superior).

– Haz que los intereses de otros personajes choquen contra los de tu protagonista.

– Opón los objetivos externos e internos de un mismo personaje.

– Establece conflictos en los tres niveles: personal, extrapersonal e interno.

– Dobla el riesgo: haz que tenga mucho más que perder si falla su objetivo.

– ¿Cual es el mayor miedo de tu personaje? Haz que se cumpla.

– ¿Qué es lo peor que podría pasar? Haz que pase.

– Si un plan puede fallar… haz que falle.

– Utiliza la técnica de los tres desastres.

– Tu protagonista debe tomar una decisión… y elige mal.

– El personaje es obligado a actuar en contra de sus deseos/creencias.

– Marca un plazo de tiempo en el que el personaje debe lograr el objetivo.

– ¿Qué es lo que más le importa al personaje? Haz que tenga que sacrificarlo para lograr la meta.

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