«No me digas que la luna está brillando; muéstrame su destello sobre cristal roto».
—Antón Chéjov
El «show, don’t tell» es una de las enseñanzas principales de cualquier buen taller de narrativa actual. Esta distinción no es algo nuevo: ya vimos, cuando hablamos de los tipos de narrador, cómo el narratólogo Gerard Genette distinguía dos modos narrativos principales a la hora de medir la distancia entre el narrador y la historia: el showing y el telling.
Contar y mostrar son las dos técnicas principales a la hora de transmitir la información de una historia. La primera tiene que ver con lo explícito (decir, explicar, describir) del relato y la segunda con lo implícito (mostrar, sugerir, reflejar). En una novela encontramos habitualmente ambos modos, pero es un error habitual dejarse llevar por el telling, sobre todo al principio de nuestro aprendizaje como escritores. No olvidemos que narrar es como pintar con palabras, es decir, un arte. Y, como arte, tiene que ver más con sugerir que con explicar.
La distancia narrativa: el showing y el telling
Una característica importante del narrador es la forma que tiene de presentar los hechos y de regular la información. Dependiendo de dónde nos situemos con respecto a la historia, utilizaremos un modo narrativo u otro. Es lo mismo que a la hora de contemplar un cuadro: dependiendo de la distancia desde la que observemos, nuestra visión será muy distinta.
Teniendo en cuenta esta distancia narrativa, el crítico Gerard Genette consideraba que hay dos formas narrativas:
La narración o el telling (diégesis)
Consiste en contar lo que pasa. Es cuando el narrador toma las riendas de la narración y cobra protagonismo como mediador entre la historia y el lector. Es el tipo de narrador que interviene con sus juicios y opiniones en lo que narra, por ejemplo los típicos narradores omniscientes de la novela decimonónica.
Cuando «contamos», el objetivo es transmitir la información de la forma más directa y unívoca posible.
- Por ejemplo: Juan estaba enamorado de su compañera de trabajo, Luisa.
La imitación o el showing (mímesis)
Consiste en mostrar o sugerir lo que pasa. Trata de representar la historia directamente, sin que la voz del narrador cobre protagonismo. Digamos que el narrador se esfuerza por «desaparecer» de la escena, dejando que los hechos y los personajes hablen por sí solos. De este modo, el narrador se parece más a un observador silencioso y que toma distancia para reflejar los hechos y las acciones de los personajes, permitiendo que el lector extraiga sus propias conclusiones.
En narrativa, a diferencia del cine o el teatro, el showing en estado puro es difícil de alcanzar, pero de lo que se trata es de proporcionar una «ilusión» de mímesis, sumergiendo al lector en el mundo creado de la forma más vívida y concreta posible.
- Por ejemplo: Cada mañana Juan elegía cuidadosamente su ropa para ir a la oficina. Se levantaba una hora más temprano para afeitarse y cambiaba de peinado tres o cuatro veces, hasta que se decidía por uno. Luisa siempre se fijaba en esos pequeños detalles, y cada vez que elogiaba su nuevo peinado el corazón de Juan parecía que estuviese montado en una montaña rusa. Después se pasaba el resto de la mañana como en una nube, rememorando una y otra vez aquel breve encuentro.

Por qué es importante mostrar
Tu trabajo como escritor es ir desmenuzando la información necesaria de tu historia en dosis que el lector pueda ir digiriendo. Para mí, como lectora, me resulta mucho más atractivo que me «muestren» esa información que si se me enumera o describe de forma directa. Sencillamente, porque la inmersión en la historia es mayor en el primer caso (mostrar) que en el segundo (contar).
Se trata, en definitiva, de hacer partícipe al lector y meterle en la narración. Piensa que el lector lo que quiere es formar parte del relato de una forma activa, interactuar con la historia. Para ello tiene que rellenar los huecos y silencios con las pistas que va teniendo. Ver a los personajes actuar ante una variedad de situaciones. Y, través de la empatía, el lector se mimetiza con el personaje, se mete en su piel y su mundo.
Cuando el narrador evoca (y no informa directamente) se le está dando al lector la oportunidad de participar, de imaginar el significado que tiene la información que va obteniendo. En cambio, cuando solo «contamos», le decimos al lector exactamente lo que tiene que pensar o imaginar, y eso impone demasiada distancia entre el lector y la escena.
Otro aspecto importante a tener en cuenta a la hora de decantarse por la estrategia de «mostrar» es evitar las palabras vacías y las abstracciones. Cuando se trata de narrar una historia hay que ser lo más concreto posible, para ayudar al lector a imaginarse la escena.
Por ejemplo, si decimos:
«Un perro cruzó la calle desierta».
El perro que tú te imaginas y el que yo me imagino, probablemente, tienen poco que ver. Es lo que tiene el cine, que con su formato visual comunica de forma más certera lo que hay en la mente del creador, pero en narrativa también podemos ayudar al lector a formarse una idea gracias a ese esfuerzo por mostrar:
«Solo se oían las pisadas renqueantes de un chucho famélico que caminaba sin rumbo junto a la acera, olisqueando con desesperación todo lo que encontraba a su paso».
Cuándo utilizamos el mostrar
Utilizamos el showing cuando queremos sumergir al lector completamente en la escena. Cuando necesitamos darle una información relevante y queremos que sea él quien la interprete y saque sus propias conclusiones.
Normalmente, el modo de mostrar en narrativa implica recrear una escena detallada donde sean los mismos personajes, a través de sus acciones (también diálogos y pensamientos) los que vayan dando la información necesaria al lector para que infiera el significado.
Esto es particularmente importante a la hora de mostrar sentimientos o estados anímicos de los personajes, que es uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan los escritores principiantes: ¿cómo puedo «mostrar» el enfado/tristeza/celos/enamoramiento… de mi personaje?
Pues es para lo que tienes que construir una escena: para que puedas mostrar ese sentimiento a través de las acciones y reacciones de tu personaje.
Por ejemplo, vamos a ver la reacción de Katniss cuando matan a su amiga Rue en los juegos del hambre. La muerte de Rue sucede muy rápido, y el resto del capítulo se centra en la reacción de la protagonista: esto ya es un indicio de que lo importante en la escena son las consecuencias que esta muerte tiene en el personaje de Katniss, no la muerte en sí del personaje de Rue. Justo antes de morir, Rue le pide que le cante una canción:
«Cantar. Las lágrimas me han hecho un nudo en la garganta, y estoy ronca por el humo y la fatiga, pero si es la última voluntad de Prim, digo, de Rue, tengo que intentarlo, por lo menos. La canción que me viene a la cabeza es una nana muy sencilla, una que cantamos a los bebés nerviosos y hambrientos para que se duerman. Creo que es muy, muy antigua, alguien se la inventó hace muchos años, en nuestras colinas; es lo que mi profesor de música llama un aire de montaña. Sin embargo, las palabras son fáciles y tranquilizadoras, prometen un mañana más feliz que este horrible trozo de tiempo en el que nos encontramos.
Toso un poco, trago saliva y empiezo.
[…]
Rue ha cerrado los ojos. Todavía se le mueve el pecho, pero cada vez con menos fuerza. Dejo que se me deshaga el nudo de la garganta y fluyan mis lágrimas, pero tengo que terminar la canción para ella.
[…]
Los últimos versos son apenas audibles:
[…]
Todo queda en silencio; entonces, de una manera que resulta casi inquietante, los sinsajos repiten mi canción.
Me quedo sentada un momento, viendo cómo mis lágrimas caen sobre su cara. Suena el cañonazo de Rue, y yo me inclino sobre ella y le doy un beso en la sien. Despacio, como si no quisiera despertarla, dejo su cabeza en el suelo y le suelto la mano».
Capítulo 18, Los juegos del hambre, de Suzanne Collins.
Después, Katniss decide cubrir a su amiga de flores como homenaje y como provocación al Capitolio. La imagen de Katniss cantando esa nana y adornando con flores el cadáver de Rue en la arena es mucho más poderosa y perdurará más en la mente del lector que una explicación directa de lo muy dolida que estaba por la muerte de su amiga.
Así pues, podemos decantarnos por la estrategia de «mostrar» en las siguiente situaciones:
- Caracterización de personajes
- Comunicar sentimientos y emociones
- Cambios relevantes en los personajes o su arco dramático
- Nudos principales de la trama (los plot points que te contaba aquí)
- Contenido esencial para la historia

Cuándo utilizamos el contar
A veces, interiorizamos tanto esa máxima del show, don’t tell que acabamos sufriendo el efecto contrario: tenemos miedo a esa narración pura y dura. Esto hace que muchos escritores actuales tiendan a elegir un narrador limitado en tercera persona que pase desapercibido y que acaben poniendo mucho peso en los diálogos de los personajes como forma de transmitir la información. Es decir, para evitar el discurso expositivo, obligamos al narrador a diluirse y concentramos todo el protagonismo en la acción, descompensando la balanza hacia ese lado. Por eso a veces parece que hay una pérdida de autenticidad en los narradores de muchas novelas actuales, cuyas voces se acaban pareciendo demasiado unas a otras.
O peor: el abuso del showing lleva a los escritores a llenar páginas y páginas de circunloquios y escenas innecesarias, para al final dar una información tan poco relevante que hubiera bastado un párrafo o una frase más directa.
A veces, es mucho más interesante que sea el narrador quien nos proporcione directamente la información relevante, incluso añadiendo sus juicios y presunciones. Si la voz del narrador es lo suficientemente atractiva, se selecciona la información relevante y se utiliza en su momento justo, el telling puede ser más efectivo que el showing.
Vamos a ver, por ejemplo, el prólogo con el que comienza la trilogía de La tierra fragmentada:
«Empecemos por el fin del mundo. ¿Por qué no? Superémoslo y pasemos a cosas más interesantes.
[…]
Estamos en un mundo.
Uno como cualquier otro. Con montañas, llanuras, cañones y deltas de ríos. Lo de siempre. Es normal en todo, menos en su tamaño y su dinamismo. Es un mundo que se mueve mucho. Es como un anciano inquieto que yace en una cama: jadea y suspira, hace pucheros y se tira pedos, bosteza y engulle. Como era de esperar, los habitantes de este mundo lo han llamado la Quietud, una tierra de tranquilidad y fina ironía.
La Quietud tiene otros nombres. En otras eras lo formaban varias masas de tierra. Ahora es un continente grande, único y extenso, aunque en el futuro volverá a dividirse.
Muy pronto, en realidad.
El final da comienzo en una ciudad: la ciudad habitada más antigua, grande y magnífica del mundo. Se llama Yumenes, y en tiempos fue el corazón de un Imperio. Todavía es el corazón de muchas cosas, aunque el Imperio ha ido languideciendo desde su apogeo, como suele ocurrir con los imperios.
[…]
Ninguno de estos lugares y personas tiene importancia alguna, por cierto. Solo los nombro para que te sitúes.
Pero sí que hay un hombre que importa muchísimo.
Puedes imaginar su aspecto. También puedes imaginar lo que piensa. Puede que te equivoques, que no sea más que una conjetura, pero también cabe tener en cuenta que hay probabilidades de estar en lo cierto. Si nos basamos en sus acciones posteriores, en este mismo momento solo podría estar pensando en algunas cosas en concreto».
Prólogo, La quinta estación, de N. K. Jemisin
Aquí, el narrador de La quinta estación, nos resume de una forma contundente y rápida lo que necesitamos saber de antemano para seguir la historia de la protagonista. Este modo resulta mucho más interesante que si se hubiese dedicado a filtrar toda esta información dentro de la primera escena de la novela, distrayéndonos de la acción principal con tal abundancia de detalles.
Podemos utilizar «contar» de forma eficaz en las siguientes situaciones:
- En los resúmenes (te hablé de ellos aquí)
- Para dar información secundaria.
- Para agilizar el ritmo y aumentar la velocidad del relato
- Cuando interesa explicar algo de forma concisa y concreta, sin dar lugar a otras interpretaciones.
- Cuando importa más la voz narrativa que la información
Como en todo, se trata de encontrar un equilibrio y de acertar en cada momento con el modo más adecuado de transmitir esa información.

«Cuando menos pendiente de sí mismo está el que escucha, tanto más profundamente se graba en su memoria lo que está escuchando.
La narración (…) es la forma artesanal de la comunicación. No se propone transmitir, como lo haría la información o la noticia, el puro “en sí” del asunto. Más bien lo sumerge en la vida del que cuenta una historia para luego poder extraérsela de nuevo. Por lo tanto, la huella del narrador queda adherida a la narración tal como las manos del alfarero dejan su marca en la superficie de la vasija de barro».
—Walter Benjamin.
Si te ha parecido útil el artículo, ¡compártelo! Déjame un comentario y cuéntame cuál de estos dos modos narrativos tiendes a utilizar más en tus historias.
4 comentarios en «Formas narrativas: «contar» y «mostrar» en la novela»
Muy buen artículo!
Gracias por tu comentario, me alegra que te haya sido de utilidad.
Muy buen artículo!
¡Me alegra que te haya gustado! Gracias por comentar.