¿Dónde comienza una historia?

En narrativa hay tres diferentes tipos de comienzo según la relación que se establezca entre el tiempo del discurso y el tiempo de la historia. Ya hemos hablado en el blog de la importancia de enganchar al lector desde el primer capítulo de tu novela, pero vamos a profundizar aquí en la importancia que tiene la elección de ese punto de arranque dentro de la estructura de tu novela.

El inicio de la historia y el inicio del relato

Como vimos en el artículo sobre el tiempo narrativo en la novela, lo primero que debemos tener claro es que el tiempo de la historia y el tiempo del relato son dos cosas diferentes.

Para Genette (ya sabes, nuestro narratólogo de cabecera), el tiempo de la historia es el tiempo de los acontecimientos, el tiempo en el que transcurren los hechos de la la novela, mientras que el tiempo del relato es el momento que abarca el discurso narrativo. Es decir, que por un lado están los hechos que quieres contar, y por otro el narrador (o la voz narrativa) que los cuenta. 

Esta distinción, además de ayudarnos a establecer las cuatro relaciones temporales básicas (ulterioridad, anterioridad, simultaneidad e intercalación), nos permite entender las posibilidades de manipulación temporal en el orden del relato. Pensemos que en la mayoría de novelas el tiempo de la historia casi nunca coincide con el tiempo del relato o discurso del narrador. Al construir una trama, el autor introduce casi siempre un orden distinto del que presentaría la fábula (los hechos de la historia que queremos contar).

Si, por ejemplo, partimos de una historia cuyos hechos son A-B-C-D-E-F (un orden lógico), lo más habitual es que, a la hora de contarla, nuestro narrador dispondrá los hechos en una trama cuyo orden pudiera ser: E-B-C-D-A-F. O bien: B-A-E-C-D-F. O quizá: A-C-B-E-D-F.

Esto no es algo nuevo en el oficio. Ya en la retórica clásica distinguían entre dos formas de organización de la trama: por un lado, el ordo naturalis, en el cual el discurso adopta un orden cronológico y sucesivo;  y el ordo artificialis, característico de la creación artística, en el que el material de la historia sufre una serie de transformaciones y distorsiones temporales con fines estéticos. 

Partiendo así de esta distinción, nos es fácil entender que una novela no comienza siempre por el momento «A», sino que, dependiendo del efecto que quiera causar el autor, podría arrancar desde otros puntos (B, C, D, E o F) de la historia. Y, según estas combinaciones, podemos señalar tres modelos o estrategias narrativas principales para comenzar una novela.

inicios de novela

El inicio ab ovo

Esta expresión latina («desde el huevo») viene a designar aquella narración que se comienza desde el inicio. Es decir, el inicio de los sucesos que relata el discurso del narrador (A) coincide con el inicio de los hechos de la historia que se pretende contar (A).

La novela decimonónica suele comenzar en este punto, con una generosa presentación de los personajes que intervendrán en la historia y descripciones detalladas del contexto. El comienzo ab ovo también es típico de la novela fantástica, como El señor de los anillos, y la novela de aventuras.

Lo bueno de este comienzo es que, para cuando se presenta el conflicto central de la trama, al lector ya le ha dado tiempo de familiarizarse con el elenco de personajes principales y tiene ya un conocimiento de base del mundo del que parten.

El inicio in medias res

Es cuando el relato comienza en algún punto intermedio de la historia (B o C), habitualmente con una acción en curso y en un momento clave para la trama, para después contar los hechos anteriores (A) mediante otras técnicas, como la analepsis (o flashback), o  a través del diálogo.

Esta técnica es bastante antigua y muy utilizada dentro de determinados géneros como la epopeya.

El ejemplo más conocido de este tipo de comienzo es el de La Ilíada, que comienza con la cólera de Aquiles, un momento importante de la ya avanzada contienda, en lugar de por las causas de la guerra; o la Odisea, donde vemos al comienzo a Odiseo retenido por la ninfa Calipso, y nada sabemos todavía de sus aventuras anteriores.

La ventaja de este inicio es que genera suspense desde su arranque, por lo que funciona muy bien como gancho para captar la atención del lector. El extranjero, de Albert Camus, por ejemplo, utiliza esta estructura, con la que logra que nos interesemos de inmediato por lo que tiene que contarnos; también Patrick Rothfuss en El nombre del viento, donde la narración se desarrolla en dos tiempos a partir del momento en el que el escriba se presenta en la taberna de Kvothe.

Muchos autores suelen elegir como punto de arranque escenas que, estructuralmente, pertenecen a nudos claves del primer o segundo acto, como por ejemplo «la llamada a la aventura» o «el cruce del umbral» (si no sabes de lo que te hablo, prueba a leer primero este artículo sobre la estructura en tres actos).

El inicio in extremas res o in extremis

Este tipo de comienzo es una especie de in medias res llevado al extremo, pues supone comenzar por un lugar muy próximo al desenlace de la historia (E o incluso F) desde el que retrotraerse después para narrar el resto de los hechos . Muchas veces el comienzo in extremis arranca desde las consecuencias del conflicto. 

Esta es la forma más habitual de comenzar novelas cuyo enfoque no se centra tanto en el «qué sucederá», sino en el «cómo se ha llegado a este punto».

El ejemplo clásico de este tipo de comienzo es el relato de Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada, pero está presente en muchas otras novelas. Por ejemplo, es habitual en novelas del género bildungsroman (o «coming of age») donde se presenta a un narrador que se propone narrarnos un periodo de su vida pasada, como sucede en El guardián entre el centeno, La amiga estupenda, El Gran Gastby o Nunca me abandones.

Este tipo de comienzo tiene la ventaja de que, además de generar tensión, suele provocar una inmediata conexión emocional con el personaje principal, sobre todo si la narración corre a cargo de él en primera persona.

¿Qué tipo de comienzo debo utilizar para mi novela?

Como habrás oído mil veces: no hay fórmulas mágicas en narrativa. Cada escritor debe valorar cada una de las tres estrategias propuestas (el inicio ab ovo, el comienzo in medias res y el inicio in extremas res) y elegir la que mejor se adapte a la novela que quiere escribir. Cada una tiene sus ventajas e inconvenientes.

Una cosa que puede serte de ayuda es fijarte a partir de ahora en qué tipo de comienzo utilizan en las novelas que vayas leyendo y preguntarte el por qué de esa elección. Si quieres, al final de este artículo tienes recopilados un buen puñado de comienzos de novela para que puedas analizarlos.

Y antes de irte, cuéntame en los comentarios cuál es tu tipo de inicio favorito 😉

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